
19 Oct La inteligencia emocional al servicio de los grandes eventos
Seguramente ya me has escuchado hablar de lo importante que es para el crecimiento personal y profesional, entre otros aspectos, la formación. Ya sea a modo de lectura, a través del consumo de contenidos de calidad en medios sociales, a través de programas formativos, ya sean privados, oficiales, cortos, largos, gratuitos, de pago, a través de eventos o congresos… ¡Lo que sea y como sea! La formación continua es una palanca de avance y cambio imprescindible.
Todos los años destino una parte de mis recursos a nuevas formaciones. Y la última ha sido el experto en inteligencia emocional que hice a principios de este año.
¿Y los eventos qué tienen que ver en todo esto?
En Inteligencia Emocional, trabajamos distintas competencias que necesitamos desarrollar para poder relacionarnos de una manera sostenible, constructiva y eficaz con nosotrxs mismxs y con nuestro entorno, ya sea un entorno familiar, social o profesional y que a su vez nos acercan a nuestros objetivos.
Dentro de las competencias que trabajamos, hoy me gustaría destacar una de ellas: LA EMPATÍA.
¿Por qué? Porque precisamente a través de la empatía, somos capaces de engranar la gran máquina que está detrás de un gran evento como es el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
Este año ha sido mi 6º año como responsable de protocolo del festival, y te puedo decir que pasan tantas cosas en un mismo momento y en distintos espacios, que muchas veces es difícil dibujar los límites de un evento de este tipo. Por ello, tener un gran equipo, que empatice con el trabajo de los compañeros, es imprescindible y se convierte en la base de nuestro día a día y ayuda a garantizar que todo vaya bien.
En el Festival Internacional de San Sebastián, la mayoría del equipo nos vamos incorporando progresivamente a ese gran engranaje. Todos formamos parte de un gran puzzle, donde todas las piezas son necesarias. Podríamos decir que en un mismo momento hay diversas realidades paralelas, que en muchos casos, todas ellas confluyen en un mismo espacio: la alfombra roja.
Quiero ponerte en situación. Imagina que estamos a punto de arrancar la edición con la gala de inauguración. La alfombra roja comienza a brillar. Por este espacio son muchas las personas que se pasean, posan, e incluso son entrevistadas justo antes de acceder al hall del Kursaal. Por estos metros de moqueta roja pasan, primero los que participan en la gala: los y las presentadoras, guionistas y directorxs artísticos, entregadorxs de premios y premiadxs. Este año, por primera vez tuvimos en la gala de inauguración, la entrega del primer Premio Donostia de la edición a Marion Cotillard, a quién le entregó el premio su amiga Penélope Cruz (el segundo en recibir el Premio Donostia fue Johnny Depp).
A continuación, llegan a la alfombra directorxs, actores y actrices que ya están en la ciudad, influencers, patrocinadores y autoridades.
Por último, las personas que cierran la alfombra son el equipo de la película que se proyecta esta noche. Además, no me puedo olvidar de todo el público que asiste tanto a la gala, como a la proyección.
Como te habrás imaginado, es mucha gente la que pisa esa alfombra, a la que es importante coordinar y acompañar. Unos nada más llegar al hall son conducidos directos a backstage, otros acceden al auditorio. Muchos esperan para saludar al director, José Luis Rebordinos. Otros intentan hacerse un hueco para ver llegar a Penélope Cruz… Y no nos olvidemos que… la gala es retransmitida en directo, ¡y no podemos empezar tarde!
Como ves, cada uno representa una realidad, paralela a la del resto, pero todos terminan en el mismo punto: en la alfombra roja.
Todas las personas que asisten al festival son necesarias. Todas y cada una de ellas tienen que ser cuidadas. Por eso somos un equipo grande, donde la empatía tiene que estar presente.
Mi trabajo en la organización de eventos y en la gestión protocolaria, me lleva a trabajar con distintas empresas. Cada una con sus propios equipos; con realidades, circunstancias y necesidades diferentes. Con maneras de hacer parecidas, o no. En este entorno cambiante, para mí la empatía siempre ha marcado mi talante y mi manera de hacer.
La empatía es una de las competencias que más presentes e identificadas he tenido a lo largo de mis años profesionales y sin duda se ha convertido en una de mis grandes fortalezas, que aplico en mi trabajo en protocolo y en eventos. También en mis programas formativos.
¿Y por qué? Porque los resultados son increíbles. Todos tenemos una necesidad común, y esa necesidad es la de SER VISTOS. La empatía precisamente va de esto, se trata de ver al otro más allá de nuestras propias necesidades.
Cuando me preguntan alumnos, profesores o compañeros, para mí qué es lo más importante a la hora de seleccionar a una persona para trabajar en mi equipo, sin duda la empatía vuelve a estar entre las principales competencias que busco en mi equipo. Los grandes eventos (los pequeños también), como apuntaba, son como una gran máquina, que debe estar perfectamente engranada, que funciona cuando todos vamos a una y cuando somos capaces de ver al otro, teniendo como objetivo común el éxito del evento.
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